El descubrimiento del yacimiento
El yacimiento de la Pedrera recibe su nombre por la actividad de extracción de piedra litográfica que tuvo lugar en el paso de los siglos XIX al XX. De hecho, el nombre geológico y/o paleontológico del yacimiento es “Calcáreas litográficas con plantas y vertebrados de la Pedrera de Rúbies”. Está situado en la sierra del Montsec de Meià, en el llamado cerro de Cabrera, cerca del pueblo abandonado de Rúbies (municipio de Camarasa) y de Santa Maria de Meià (municipio de Vilanova de Meià).
Este yacimiento fue descubierto por el ingeniero de minas Lluís Marià Vidal i Carreras que había estudiado en 1875 la sierra del Montsec, y que conocía al detalle las diferentes rocas, capas y formaciones geológicas de la misma. Las cuales se comenzaron a explotar de forma comercial los primeros meses de 1898.
Se pone en marcha la explotación el documento más antiguo que habla de la Pedrera de Meià nos informa que esta fue cedida a censo enfitéutico a Josep Palmada i Guitart, mediante subasta pública celebrada en el Ayuntamiento de Santa Maria de Meià (por aquel entonces, pueblo de 474 habitantes y jefe de su municipio), el 15 de diciembre de 1897. Hicieron la escritura notarial el 18 de enero de 1898. El censo enfitéutico se otorgaba a 50 años vista y el ayuntamiento se reservaba el dominio directo de la finca. La subasta era abierta a todo el mundo y al mejor postor. Palmada ofreció en la subasta 1525 pesetas por la pedrera y 183 pesetas por el censo anual de enfiteusis.
La sesión de la subasta no fue pacífica, dado que entre los presentes había ofrecimientos económicos superiores a los que hacía Palmada, pero habían sido desestimados por no cumplir las condiciones de la subasta. Concretamente Bonaventura Salud, en nombre del terrateniente de Vilanova de Meià, Emili Castejón Mestres, quién ofrecía un precio superior por el censo enfitéutico, pero no cumplía los requisitos y fue desestimado. A pesar de las protestas, el alcalde de Santa Maria de Meià, Pere Rocaspana i Farriol, adjudicó la pedrera a Josep Palmada. La superficie otorgada era de cuarenta mil metros cuadrados de terreno y estaba obligado, por las condiciones de la subasta, a abrir camino desde la pedrera hasta Vilanova de Meià, pasando por Santa Maria. Palmada tomó posesión personal a pie de finca de la pedrera delante del alcalde y otros testigos el 19 de enero de 1898.
La sessió de la subhasta no va ser pacífica, ja que entre els presents hi havia oferiments econòmics superiors als que feia Palmada, però havien estat desestimats per no complir les condicions de la subhasta. Concretament Bonaventura Salud, en nom del terratinent de Vilanova de Meià, Emili Castejón Mestres, oferia un preu superior pel cens emfitèutic, però no complia els requisits i fou desestimat. Tot i les protestes, l’alcalde de Santa Maria de Meià, Pere Rocaspana i Farriol, va adjudicar la pedrera a Josep Palmada. La superfície atorgada era de quaranta mil metres quadrats de terreny i estava obligat per les condicions de la subhasta a obrir o arranjar camí des de la pedrera fins a Vilanova de Meià, passant per Santa Maria. Palmada va prendre possessió personal a peu de finca de la pedrera davant de l’alcalde i altres testimonis el 19 de gener de 1898.
El paso de la Cabroa
Para poner en marcha la empresa, se abrió un camino para carros que bajaba des de algún emplazamiento cercano a Rúbies hasta la pedrera, diseñando un trazado en zig-zag con giros muy angulosos hasta llegar al yacimiento. Des de Rúbies, el camino baja hacia Santa Maria por el peligroso paraje de la Cabroa. Las obras de esta pista las dirigía Miquel Escolà, conocido como “Miquel de la Pedrera”. Como el lugar de extracción de la piedra estaba muy alejado de los pueblos más cercanos, se construyeron a pie de la cantera seis casitas donde se establecían los obreros.
Inicio y final de los trabajos
El yacimiento empezó a explotarse comercialmente los primeros meses de 1898.
Las losas extraídas se transportaban con carros que bajaban por la Cabroa, y éstos no podían cargarse demasiado dado que el camino era estrecho, con pendiente y muy peligroso. Estos carros, más allá del paso de la Cabroa debían ser arrastrados por bueyes, dado que por su fuerza y el desplazamiento lento de éstos, minimizaban el peligro. Al llegar al camino más bueno, los bueyes se cambiaban por mulas que bajaban los carros hasta Santa Maria de Meià. Des de allí, las losas se bajaban también en carros hasta la estación de ferrocarril de Tàrrega, situada a 44 km. Des de allí, las piedras litográficas se transportaban a Barcelona, a un almacén de la calle Aribau donde se almacenaban, para después distribuirlas por las diferentes imprentas.
El dos de julio de 1903 se constituyó la sociedad anónima Calizas Litográficas S.A., con domicilio en Barcelona y un capital social de 1.500.000 pesetas, repartidas en tres mil acciones de 500 pesetas cada una. El presidente de la sociedad era Lluís Marià Vidal y el director gerente Josep Palmada, contratista de obras barcelonés que ya dirigía los trabajos de extracción. Estas losas litográficas debían competir con las que se importaban de Solnhofen (Baviera, Alemania) y de las de Cerin (Ain, Francia).
Según algunas fuentes, la extracción comercial de las losas litográficas acabó el año 1913 (Vidal 1915, pág. 23). En una conferencia que el propio Vidal pronunció en 1917 sobre la geología del Montsec en la Real Academia de las Ciencias y las Artes de Barcelona, expone el error del negocio de las calcáreas litográficas del Montsec, por haber instalado en Barcelona los talleres de tratamiento de las losas, en lugar de haberlo hecho al pie de la pedrera, tal y como se hacía en Solnhofen, dado que encarecía notablemente los costes. A pesar de ello, Vidal, todavía consideraba rentable el negocio, no solamente por las losas litográficas, sino también como material de construcción y por los tesoros paleontológicos que escondía. Acabada la explotación comercial del yacimiento, también se acabaron los grandes hallazgos de fósiles y la Pedrera de Meià quedó bastante olvidada.
Después de la muerte de Lluís Marià Vidal en 1922 y el desastre de la Guerra Civil, la Pedrera cayó en el olvido. Durante 1938, en plena Guerra Civil y cuando el frente nacional llegó a la Noguera Pallaresa, la Pedrera formó parte de la cabeza de puente del ejército insurrecto de la Baronia de Sant Oïsme. Acabada la guerra cuando el país empezó a desvelarse de la oscuridad generada por la dictadura franquista, profesionales y aficionados fueron redescubriendo de nuevo la Pedrera de Meià.
Actualmente la Pedrera se encuentra dentro del término municipal de Vilanova de Meià e históricamente se la ha llamado como Pedrera de Santa Maria de Meià y también como a Santa Maria de Meià.
En lo relativo a esta parte más oriental de Montsec también ha recibido tanto el nombre de Montsec de Rúbies como el de Montsec de Meiá, el más aceptado actualmente y el que utilizaremos como topónimo para referirnos tanto a esta parte del Montsec como para designar a la Pedrera.