Los estudios científicos de Lluís Marià Vidal
Paleobatrachus, el inicio de los estudios científicos de la pedrera
El hallazgo de Paleobatrachus gaudry debió de tener lugar en enero de 1901 o incluso en épocas anteriores. Vidal fue muy consciente de la importancia de esta pieza, dado que en aquel momento los restos más antiguos de ranas databan del Eoceno. Por esta razón enviaron una copia en yeso al Dr. Gaudry. Gaudry confirmó las sospechas de Vidal, afirmando que se encontraban ante un anuro. A pesar de ello, y aduciendo a la falta de tiempo, Gaudry le dio consejos a Vidal sobra la preparación del fósil, le hizo comentarios sobre la anatomía y también sugerencias sobre la bibliografía a consultar. Según Gómez y Alba (1997), si se comparan las cartas que envía Gaudry y las descripciones del trabajo de Vidal “comprobaremos que, mayoritariamente, es Gaudry quien habla”. Siguiendo los consejos de Gaudry, Vidal preparó el Paleobatrachus, que estaba roto por una fisura. Cuando lo enganchó, además, descubrió parte de las extremidades posteriores y la cabeza. También, según Gómez y Alba (1997) “no sería extraño que, a pesar del cuidado con la que se hizo la limpieza, a lo mejor se perdió algo más que piedra”. La publicación de esta rana (Vidal 1902) tuvo un gran eco internacional que dio pie al inicio de los estudios científicos de los fósiles de la Pedrera.
Los primeros estudios de los peces
Antes de emprender el estudio de la rana, el otoño de 1900, Vidal envió algunas fotografías de peces encontrados en la pedrera al especialista Dr. Sauvage. Éste identificó un Microdon y un Leptolepis, parecido a los que se habían encontrado en la pedrera de Solnhofen, por ello se le propuso una edad del Jurásico superior (Kimmeridgiense) para este yacimiento. El mismo Sauvage comenzó, en 1901, el estudio de los peces mediante las copias en yeso que le enviaba Vidal. Los trabajos con este tipo de material se hacían muy difíciles y, en setiembre de ese mismo año, Vidal le envió 13 originales en tren a Sauvage. Posteriormente, durante octubre y noviembre, se repitieron los envíos de peces. A finales de noviembre de 1901 Sauvage acabó su trabajo con la identificación de dos Lepidotus, un Caturus, un Microdon, un Propterus vidalii, un Leptolepis y dos Aethalion (vidalii y gigas). Es necesario subrayar que los originales fueron devueltos en ferrocarril en abril de 1902. Según Gómez y Alba (1997), la lectura del trabajo de Sauvage en la Real Academia no se hizo en 1903, como indica la fecha de publicación, sino en 1902, y la hizo Artur Bofill, dado que Vidal estaba ausente. Durante el período de impresión del artículo, Vidal le hizo llegar nuevos ejemplares, entre los que se encontraban los tipo Megalurus woodwardi, Undina leridae y Vidalia catalunicam además de un Lepidotes y un Spirangium.
Descripción de los primeros reptiles
El siguiente estudio de peces de la Pedrera corresponde a un artículo de Vidal del año 1915. En esta publicación, además de continuar con el estudios de los peces, inauguraron la vertiente herpetológica con la descripción de dos nuevas especies: Meyasaurus faurae i Alligatorium depreti. En estos trabajos se describen, también, dos nuevas especies (Hybodus woodwardi i Megalurus sauvagei).
El caso del Alligatorum es muy curioso dado que se conoce que este vestigio estaba en posesión de Vidal desde 1902. Para el estudio de este réptil Vidal contactó con el especialista francés Dr. Depéret que en una primera carta, de 1902, le dijo a Vidal que “vuestro animal Kimmeridgiense es un rincocéfalo muy cercano al Saurodon incisivus del Kimmeridgiense de Cerin, con la misma forma de la cabeza, sin dientes, atenuada en la parte del hocico: las mismas proporciones del tronco y de los miembros”. Todo esto se deduce de la observación de la réplica en yeso del ejemplar. Para Depéret, las únicas diferencias entre los dos especímenes, eran la menor medida y una cola más corta. Con estos datos Depéret proponía que estaban ante una nueva especie de Sauronodon.

Para poder avanzar en el estudio, Vidal separó la cabeza del tronco e hizo dos nuevas impresiones, en yeso, de las mandíbulas, además de nuevas fotografías que enviaba a inicios de 1903. Con este material Vidal adjuntó “si la ausencia de dientes es un carácter decisivo, he de deciros que he preparado con mucho cuidado la pieza original y he visto que el maxilar superior dispone de unos dientes muy finos, de los cuales se conservan tres, y se puede observar los alveolos de otros dientes”. Curiosamente, la correspondencia entre ambos científicos acabó en 1906 y no es hasta nueve años después que se publica definitivamente, esta nueva especie.